Cada 38 días, Juanito Marlboro se siente enfurecido por razones que le son totalmente desconocidas, ya que desde que se levanta a orinar, y siente el tufo acido de su desecho liquido que golpea salvajemente su nariz, comienza a enarcar las cejas y a refunfuñar sin antes quitarse las legañas que sellan sus párpados oculares. En el desayuno, maldice mentalmente a su progenitora por la ineficiente preparación de los huevos norteños que tanto le gustan y bufa para expresar su desagrado, luego enfatiza su molestia con una dramática salida donde la puerta es azotada con violencia. En la tarde, Juanito Marlboro juega fútbol hasta el cansancio, por que solo de esta forma logra bajar su mal humor, pero si el fútbol no le da resultado, lo cual sucede en raras ocasiones, comienza a buscar pelea con los demás chicos reglando; cuando Juanito llega a su casa con la nariz rota y sangrante, es señal inequívoca de que por fin ha menstruado.
Al siguiente día, Juanito se levanta muy tarde, apenas olisquea el cereal que está en la mesa y sale desganadamente de su casa. En la preparatoria permanece misteriosamente callado y nisiquiera el traje verde-moco de la miss hace que suelte un divertido comentario. Vuelve a su casa y se encierra en su cuarto bajo llave, se recuesta en la cama y con monotonía, lanza un balón hacia el blanco techo. A la hora de la cena contempla su plato con mirada reflexiva, da un par de bocados y luego se va, sin decir una palabra, arrastrando los pies con pesadumbre y mirando al suelo con somnolencia.
En el tercer día de menstruación, Juanito irrumpe en la cocina como un demonio de tasmania, se sienta en la mesa y engulle alegremente todo lo que se encuentra, su risotada se escucha por cualquier simpleza y antes de salir de casa realiza un acto inimaginable: besa a su mamá en la frente y abraza a su papá con ternura. En la preparatoria lo reprenden varias veces por los bruscos jugueteos con sus compañeros. Al llegar a casa, prende el estéreo a todo volumen para que medio vecindario escuche su estridente música. A las cinco en punto toma su patineta y se va al parque a practicar acrobacias temerarias que nadie mas se atreve a hacer. Muy entrada la noche, Juanito vuelve a casa y se encuentra con que las luces están apagadas y con que sus padres duermen plácidamente; se sienta en el sofá y prende la televisión, anuncian un lipoescultor térmico de hidriones que a Juanito no le interesa, pues se pone a pensar en los dos últimos días donde no comprendía exactamente que le pasaba; y depronto, sin que nadie lo vea, se le escapa una lagrima. No es de tristeza la dichosa lagrima, de hecho, Juanito la siente cálida y esperanzadora, por que presiente que todo ese coctel de sentimientos adversos ya terminaron al fin... o por el momento.
6 comentarios:
juanito es regular??
llora al final de la menstruación siempre?
yo preferiría que no llore... o no sé. Tal vez está bien que llore porque le pone un toque femenino a juanito, una sensibilización que los hombres que no menstruamos (gracias a dios) no tenemos.
De poca madre!
Por cierto, en el segundo día; cuando se acuesta en su cama y lanza el balón hacia el techo, lo hace una vez o varias veces??
Si la respuesta es "una vez" te amooooo! te besaría los pies cuando te viera, de verdad. Primero lo entendí como si fueran varias veces; cuando releí la oración me di cuenta de que esta ambiguo. Si pones que sólo la lanza una vez al aire le da un aspecto como cinematográfico; o sea, lanza el balón y cuando el balón alcanza el punto más alto del tiro vertical la escena cambia y entonces le tiene en la cocina a la hora de la cena. Aunque creo que para eso habría que cortar el párrafo en el punto después de "blanco techo". Por cierto, los retruécanos son muuuuy viejos... me dio un cierto escozor verlo ahí. "blanco techo" ¿por qué no techo blanco?
coincido con la observacion acerca de lo perturbador que resulta eso de juanito...
por otro lado, ale, no habia pensado en el aire libre de aire... es genial eso
neros
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